Amada
Límpiame, mujer,
sudor y sangre sólo traigo;
ni siquiera soy aquél
que viste partir.
Mira bien, mujer,
el llanto amargo que derramo:
es lo único bueno
que encontré para ti.
Tanto si vencí
como si vuelvo derrotado,
se asoma la muerte
por toda mi piel;
y si han de venir
para arrancarme de tu lado,
átate a mi cuerpo
de manos y pies.
Amada,
sólo el agua clara
refleja la luna
que ayer adorabas.
Amada,
ya no tengo duda:
no es la misma luna
que llevo en la espada.
Amada,
ya no seré nada
si tú no me llevas
lejos de las armas.