El Barco Borracho II
Glaciares, soles de plata, olas perladas, cielos de brasas!
naufragios odiosos en el fondo de golfos oscuros
donde serpientes gigantes devoradas por alimañas
caen, de los árboles torcidos, con negros perfumes
Yo hubiera querido enseñar a los niños esos dorados
de la ola azul, los peces de oro, los peces cantores
Las espumas de las flores han bendecido mis vagabundeos
y vientos inefables me dieron sus alas por un momento
A veces, mártir cansada de polos y de zonas
la mar cuyo sollozo hizo mi balanceo más dulce
elevó hacia mí sus flores de sombra de ventosas amarillas
y yo permanecía, al igual que una mujer, de rodillas...
Casi isla, quitando de mis bordas las querellas
y los excrementos de los pájaros cantores de ojos rubios
Y yo bogué, mientras atravesando mis frágiles cordajes
los ahogados descendían a dormir, reculando
O yo, barco perdido bajo los cabellos de las algas
arrojado por el huracán contra el éter sin pájaros
yo, a quien los Monitores y los veleros del Hansa
no hubieran salvado la carcasa borracha de agua
Libre, humeante, montado de brumas violetas
yo, que agujereaba el cielo rojeante como una pared
que lleva, confitura exquisita para los buenos poetas
líquenes de sol y flemas de azur
Yo que corría, manchado de lúnulas eléctricas
tabla loca, escoltada por hipocampos negros
cuando los julios hacían caer a golpes de bastón
los cielos ultramarinos de las ardientes tolvas
Yo que temblaba, sintiendo gemir a cincuenta leguas
el celo de los Behemots y los Maelstroms espesos
eterno hilandero de las inmovilidades azules
yo extraño la Europa de los viejos parapetos
Yo he visto los archipiélagos siderales! y las islas
donde los cielos delirantes están abiertos al viajero
Es en estas noches sin fondo en las que te duermes y te exilas
millón de pájaros de oro, oh Vigor futuro?
Pero, de verdad, yo lloré demasiado! Las Albas son desoladoras
toda luna es atroz y todo sol amargo
El acre amor me ha hinchado de torpezas embriagadoras
Oh que mi quilla estalle! ¡Oh que yo me hunda en la mar
Si yo deseo un agua de Europa, es el charco
negro y frío donde, en el crepúsculo embalsamado
un niño en cuclillas colmado de tristezas, suelta
un barco frágil como una mariposa de mayo
Yo no puedo más, bañado por vuestras languideces, oh olas
arrancar su estela a los portadores de algodones
ni atravesar el orgullo de las banderas y estandartes
ni nadar bajo los ojos horribles de los pontones