Padre
Me hubiese gustado
Despedirte con un canto
Medio adiós y medio llanto
Respetuoso con tu yacer
Magnífico y sereno
Un canto fructuoso y pleno
Padre
Hoy me acuesto hundido en tus recuerdos
Hundido hasta el cerebro
En tu presencia impalpable
Pero diáfana y sutil
Padre, hoy daría lo que fuese
Porque mi mano y mi mente
Sean capaces de sentir
Lo que una escribe
Y escribir lo que otra siente
Y atesorar tus palabras
Y tus gestos y tu amor
Y guardar sin desperdicios
Tus facetas prohibidas
Tu otro yo, tu otra vida
Y así, padre, cuando dobles
Esa esquina del futuro
En lugar de este vacío
Te encuentres
A mi mano y a mi mente
Prudentes