Hablando

Roy Brown

Señores que me escuchan,
los que están en el monte,
en la ciudad, el caserío, el arrabal,
en una fábrica, de pie,
y usted también, señora.
Mi canto es un diálogo,
cosas que se hablan por ahí.
De vez en cuando me pongo a explorar,
me meto en un recoveco,
digo lo que soy,
lo que fui,
lo que quiero ser.
Así voy con la guitarra
diciendo cosas nuevas,
hablando del pasado
a los que quieren oír,
a los que no saben qué decir,
a los que no quieren huir.

Muchos artistas no quieren comprometerse, o se comprometen de vez en cuando —cuando hay mucha gente, claro— ...y un favor. Hay que ser un ídolo, dicen, y luego veremos... Mientras tanto, que siga la dulce vida y la vanidad ante el aplauso.

Vivimos como nos dicen:
uno encima del otro.
Robamos, maldecimos,
nos reímos, lloramos,
damos lo que somos,
vivimos, nos morimos
sin saber por qué.

Hay quien dice que la esencia del hombre está en sus errores, que se equivoca y aprende. Está bien eso, pero no si lo usan para justificar los privilegios de unos pocos.

Sí, porque vienen los intelectuales de alguna universidad y nos dicen que los malos eran los de ayer. Que los señores de hoy son meros herederos. Hay quien te sale con el cuento de que los romanos eran peores que los norteamericanos. ¡A ver qué dicen los vietnamitas de eso!

Ay, señores, esto no es nuevo. Se dice hoy, tal vez lo digan mañana, lo dijeron ayer...

Y no es que quiera entrar
a discutir sobre el tiempo.
No pretendo inventarme una razón,
ya la tiene:
hay quien tiene mucho
y hay quien nada tiene.

Esto es lo que hay,
no es una ciencia.
Aunque pensándolo bien,
hay que tener experiencia,
pues nos roban la memoria,
nos cuentan otra historia,
no esta:

Nos levantamos a las seis, vamos al trabajo, y hacemos lo que se pueda. Y somos muchos los que hacemos, pero unos pocos se llevan la ganancia. Nos niegan un aumento en el salario y luego nos suben el precio de la electricidad. Dicen que van a subirle el precio al pan, porque los negocios pequeños están en quiebra. Pero el ochenta por ciento del negocio está en manos de compañías extranjeras, gigantes, pulpos. Cualquiera sale a la calle con tanto tapón. Y hoy la unión de José se fue a la huelga. Mañana me toca a mí. Y el vecino de al lado, un policía, me caerá a palos porque se lo ordenaron.

Lamento de aquí y lamento de allá,
lamento boricua,
lamento con “b” de bembe,
lamento de bomba, bonito,
jai bendito, ¿qué vamos a hacer con tanta poca vergüenza?

Tanta confusión, confundidos los que somos filosóficas barbaridades inventadas por mentes compradas, escaparates gigantescos que se yerguen en la nada de un embuste.

Hay quien dice que la revolución se hace pensando, que es una cuestión interior, obra de un fluir milagroso, la entelequia mesiánica.

Piensa el hambre, piensa el frío, piénsate la noche endrogada, piénsate la borrachera, piénsate al enfermo. Y de tanto pensar que piensas se te escapa el humo de la boca y se te revienta el pecho.

Lamento de aquí y lamento de allá,
lamento boricua,
lamento con “b” de bembe,
lamento de bomba, bonito,
jai bendito, ¿qué vamos a hacer con tanta poca vergüenza?

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