Miguel El Michoacano
En Tijuana se le ha visto caminar toda la línea
Con su mochila en la espalda y una mirada perdida
A Miguel, el Michoacano, no le importa pasar noches
Con mucha hambre y sin cobija
Por más alto que sea el muro sueña con brincarlo un día
Es un hombre de trabajo, lo heredó de su familia
Tiene firme su objetivo, es cruzar esa frontera
Aunque le cueste la vida
En su pueblo natal, Michoacán, dejo lo que más quería
A un pequeño, a su hija mayor y a su esposa tan querida
La promesa es que va a regresar, de rodillas pidió en el altar
"Te los encargo en tus manos, Virgencita, no me voy a dilatar
¡Epah!
Arrolladora
El sol es su compañero, un San Judas de amuleto
El desierto está que arde, cuando pisa, siente el fuego
Las suelas de sus huaraches empiezan a desgastarse
Se miran sus agujeros
Sus labios se están secando, cada vez la sed aprieta
La muerte lo está mirando cada vez está más cerca
A Miguel, el Michoacano, se le borra la mirada
Se va a quedando sin fuerzas
A lo lejos él mira llegar una patrulla fronteriza
"Corra pronto y sin mirar atrás", el oficial le decía
"Mi padre entró también de ilegal, en este país sí pudo triunfar
Soy hijo de un hombre que cumplió sus sueños en este mismo lugar
Soy un hombre con sangre de mexicano
Y no te voy a deportar"